
Este es el título del libro que publicó la Editorial Boileau en 2004 y del que somos coautoras Arantza Lorenzo de Reizábal y yo misma. Fue nuestro primer libro y dedicamos casi 3 años a su redacción y a la recopilación de textos musicales que ilustraran de manera eficaz el contenido. Pero la gestación del libro comenzó mucho antes, ya que supuso la ordenación y estructuración de multitud de conceptos analíticos y la reflexión profunda sobre multitud de ideas y experiencias analíticas recogidas durante muchos años de práctica docente de la asignatura de Análisis.
Escribir un libro sobre análisis musical no es tarea baladí, ciertamente. Una cree que tiene algo que aportar al conocimiento musical en este campo y en el momento en el que decide hacerlo se da cuenta de que la música, al igual que otras muchas áreas del conocimiento, tiene una parte científica, medible y objetivable, pero que, al mismo tiempo, existen cuestiones que no pueden ser dogmáticas porque no pueden cuantificarse ni responden a un modelo de investigación científica. Esta parte es la que te lleva a ser cautelosa a la hora de hacer afirmaciones tajantes o, en ocasiones, a ser valientemente irracional para proponer tesis que sólo están avaladas por la experiencia personal.
Es cierto que había bastante literatura sobre Análisis musical, pero no encontramos en nuestra revisión bibliográfica un libro que fuera útil, claro, conciso y adecuado a los intereses de los estudiantes de música de los conservatorios. Esto nos animó a llevar a cabo la gestación del libro, que con un título aparentemente ambicioso, "Análisis musical: claves para entender e interpretar la música", pretendía únicamente eso, proporcionar las claves maestras que se ocultan como tesoros tras cada página de las grandes obras maestras. Si hemos conseguido el objetivo que nos habíamos propuesto, es algo que juzgarán los lectores, pero de lo que no nos cabe duda es de que quienes más hemos aprendido de él hemos sido las propias autoras.
Dicen que publicar un libro es tan duro como una gestación. No creo que el símil sea desacertado porque, desde luego, el cariño y las expectativas que uno pone en un futuro hijo cuando se está gestando no difieren mucho de las que uno siente cuando está escribiendo un libro.
Para resumir la experiencia, diría que poner por escrito una parte de tus conocimientos exige disciplina, método, reflexión, claridad de ideas, vocación de servicio, mucho trabajo e ilusión y paciencia. Mucha paciencia.
Escribir un libro sobre análisis musical no es tarea baladí, ciertamente. Una cree que tiene algo que aportar al conocimiento musical en este campo y en el momento en el que decide hacerlo se da cuenta de que la música, al igual que otras muchas áreas del conocimiento, tiene una parte científica, medible y objetivable, pero que, al mismo tiempo, existen cuestiones que no pueden ser dogmáticas porque no pueden cuantificarse ni responden a un modelo de investigación científica. Esta parte es la que te lleva a ser cautelosa a la hora de hacer afirmaciones tajantes o, en ocasiones, a ser valientemente irracional para proponer tesis que sólo están avaladas por la experiencia personal.
Es cierto que había bastante literatura sobre Análisis musical, pero no encontramos en nuestra revisión bibliográfica un libro que fuera útil, claro, conciso y adecuado a los intereses de los estudiantes de música de los conservatorios. Esto nos animó a llevar a cabo la gestación del libro, que con un título aparentemente ambicioso, "Análisis musical: claves para entender e interpretar la música", pretendía únicamente eso, proporcionar las claves maestras que se ocultan como tesoros tras cada página de las grandes obras maestras. Si hemos conseguido el objetivo que nos habíamos propuesto, es algo que juzgarán los lectores, pero de lo que no nos cabe duda es de que quienes más hemos aprendido de él hemos sido las propias autoras.
Dicen que publicar un libro es tan duro como una gestación. No creo que el símil sea desacertado porque, desde luego, el cariño y las expectativas que uno pone en un futuro hijo cuando se está gestando no difieren mucho de las que uno siente cuando está escribiendo un libro.
Para resumir la experiencia, diría que poner por escrito una parte de tus conocimientos exige disciplina, método, reflexión, claridad de ideas, vocación de servicio, mucho trabajo e ilusión y paciencia. Mucha paciencia.
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